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La poeta Yolanda Blanco (por Franklin Caldera, crítico de cine y poeta)

En otras épocas y culturas, hubo grupos de mujeres que destacaron como escritoras: las poetas de la isla de Mitilene en Grecia; las Damas-poetas de la Corte de Japón en Kioto, durante la Edad Media… En la literatura occidental, encontramos ejemplos aislados de grandes escritoras que proyectaron sus voces solitarias desde entornos dominados por hombres. Algunas con mucho éxito, como Gabriela Mistral, primer hispanoamericano que obtuvo el premio Nobel de Literatura. El movimiento de las poetas nicaragüenses surgido en las décadas de 1960 y 1970 fue novedoso por la posición dominante que ocuparon y continúan ocupando en nuestra literatura sus integrantes. Actualmente, la mejor poesía nicaragüense la están escribiendo mujeres, tanto las que viven dentro como las que viven fuera del país. Varios libros publicados en los años 70 consolidaron la importancia de la poesía escrita por mujeres en Nicaragua: Sobre la grama de Gioconda Belli, tuvo gran impacto al describir sin ambages la toma de conciencia de su propia feminidad biológica; en Llama guardada Vidaluz Meneses exploró y cuestionó el papel de la mujer urbana en la sociedad, mientras que con Las ceremonias del silencio y He dado a luz mi muerte, Ana Ilce y Ligia Guillén, respectivamente, siguieron una línea más introspectiva. En Así cuando la lluvia, Yolanda Blanco, la “cumiche” del grupo, inauguró el tema de la identificación de la mujer con los fenómenos naturales.En su tercer libro, Aposentos, publicado en 1985 en Venezuela, Yolanda fusionó las propuestas mencionadas y asumió el papel de la mujer como co-creadora con la Naturaleza, evocando a las diosas de la Fertilidad en las religiones antiguas, como Deméter en la mitología griega o Hertha, la Madre Tierra de los germanos. Como persona de su tiempo, Yolanda escribe en verso-libre, pero sus textos no están contaminados por esa tendencia al prosaísmo, al coloquialismo y al exteriorismo frecuente entre sus contemporáneos; sus poemas son poesía pura: declamables y musicalizables. Ella misma sacó un disco compacto denominado “Nonantzin”, en el que convierte en canciones obras de algunos de nuestros mejores poetas, incluyendo un poema suyo musicalizado por su tío, el recordado Julio Max Blanco (a quien Yolanda dedicara su poema “Serenata con luna”). En la última década, ha cultivado una poesía de gran aliento y complejidad que la sitúa a la altura de dos de sus maestros favoritos: Salomón de la Selva y Joaquín Pasos. El resultado de este trabajo reciente es el presente libro, De lo urbano y lo sagrado, que contiene también poemas de años anteriores, para darnos una visión de conjunto de la obra de su autora. El poemario obtuvo el *Premio Mariana Sansón 2005. El Jurado “valoró la variedad de registros temáticos y estilísticos, la madurez en el dominio de recursos literarios y la alta calidad formal”.El poema que da título al libro recrea estampas de la vida de algunos escritores nicaragüenses (Darío, Salomón, Coronel, Ernesto Cardenal) en Nueva York, donde Yolanda reside actualmente, además de expresar en términos poéticos su propia filosofía personal. La poeta habita un mundo particular, donde el crecimiento espiritual y el quehacer literario se alimentan constantemente. La lectura de este nuevo poemario es una invitación a participar de ese mundo.

* Convocado por ANIDE.

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